A ti que lees esto:
Esta es una mini novela que estoy intentando llevar a cabo, será ligera por lo que tendrá capítulos breves. Me encanta escribir y este es el sitio en el que siento menos presión por ello. Si tienes algún consejo, opinión o reacción sobre la misma, no dudes en escribirlo. Me haría feliz.
Trama
Esta es una mini novela que estoy intentando llevar a cabo, será ligera por lo que tendrá capítulos breves. Me encanta escribir y este es el sitio en el que siento menos presión por ello. Si tienes algún consejo, opinión o reacción sobre la misma, no dudes en escribirlo. Me haría feliz.
Trama
Los años han pasado y me he limitado a pensar que con algo de positivismo en mis ideas, mi destino se iluminará y caminando hacia el futuro, lo que hay en mi interior pudriéndose por fin desaparecerá. A consejos exteriores, he creído ciegamente de que el tiempo curará todo y mi alma por fin quedará libre y llena de paz, sin embargo, la penumbra ha vuelto y con ella mi sombra ha decidido darnos otra oportunidad para estar más juntos que nunca, pero esta vez, no descansará para que nuestra unión sea para siempre.
Capítulo 1: El inicio de un mal principio
Odio los hospitales ¿y tú? No sé si sea ese clínico aroma a cloro, esa frialdad que corroe por cada rincón de las paredes o esa sensación de cansancio y muerte que se carga el ambiente. Esas eran razones suficientes para ignorar mis enfermedades y evitar mi atemorizante visita médica, pero desde el día que recibí la noticia de que, lo que llamaba "un tedioso dolor de estómago" era un significativo tumor, desde entonces mi miedo a sufrir una lenta enfermedad opacó a mi fobia a los hospitales. Todo habría sido uno de esos agobiantes y cotidianos protocolos administrativos, con esas miradas de desprecio y cansancio (dignas de alguien a la que le debes la vida), por lo que ese día me habría ido adolorido y con un mal sabor de boca, de no ser por una dulce enfermera que con toda la amabilidad del mundo, decidió acompañarme a cada papeleo, platicar fervientemente sobre mis cuidados y subir algunas de mis cosas al taxi mientras alegremente se despedía del chofer y de mí . Me da igual si era por su vocación o si le dió lastima que no hubiese nadie que hiciera esos papeleos por mi, esa tierna compasión era lo único que necesitaba para no hervir en mi amargura y lo suficiente cálida para entibiar este frío corazón.
...
Han pasado nueve meses y las heridas en mi estómago aparentemente se han cerrado, pero por dentro, hay un hueco que no se ha sellado ni un poco desde que me fuí en aquel taxi, y eso es lo que más me duele. Ya no quiero volver al hospital, pero siento la necesidad de verla otra vez. Sé que tal vez no me recuerde, pero no necesito que lo haga, solo quiero sentir esa calidez nuevamente. Pero...¡Espera, no me malentiendas! no soy un acosador y no estoy enamorado de ella. en realidad es más que eso, esa necesidad que siento, no se remonta a un plano romántico o amistoso y mucho menos a uno sexual. No tengo intenciones de enamorarla, de que seamos amigos o de hacerle daño. Es solo que... llevo tantos años de que no le hablo a nadie, que ya había olvidado que se sentía eso que llaman "humanidad".
Odio los hospitales ¿y tú? No sé si sea ese clínico aroma a cloro, esa frialdad que corroe por cada rincón de las paredes o esa sensación de cansancio y muerte que se carga el ambiente. Esas eran razones suficientes para ignorar mis enfermedades y evitar mi atemorizante visita médica, pero desde el día que recibí la noticia de que, lo que llamaba "un tedioso dolor de estómago" era un significativo tumor, desde entonces mi miedo a sufrir una lenta enfermedad opacó a mi fobia a los hospitales. Todo habría sido uno de esos agobiantes y cotidianos protocolos administrativos, con esas miradas de desprecio y cansancio (dignas de alguien a la que le debes la vida), por lo que ese día me habría ido adolorido y con un mal sabor de boca, de no ser por una dulce enfermera que con toda la amabilidad del mundo, decidió acompañarme a cada papeleo, platicar fervientemente sobre mis cuidados y subir algunas de mis cosas al taxi mientras alegremente se despedía del chofer y de mí . Me da igual si era por su vocación o si le dió lastima que no hubiese nadie que hiciera esos papeleos por mi, esa tierna compasión era lo único que necesitaba para no hervir en mi amargura y lo suficiente cálida para entibiar este frío corazón.
...
Han pasado nueve meses y las heridas en mi estómago aparentemente se han cerrado, pero por dentro, hay un hueco que no se ha sellado ni un poco desde que me fuí en aquel taxi, y eso es lo que más me duele. Ya no quiero volver al hospital, pero siento la necesidad de verla otra vez. Sé que tal vez no me recuerde, pero no necesito que lo haga, solo quiero sentir esa calidez nuevamente. Pero...¡Espera, no me malentiendas! no soy un acosador y no estoy enamorado de ella. en realidad es más que eso, esa necesidad que siento, no se remonta a un plano romántico o amistoso y mucho menos a uno sexual. No tengo intenciones de enamorarla, de que seamos amigos o de hacerle daño. Es solo que... llevo tantos años de que no le hablo a nadie, que ya había olvidado que se sentía eso que llaman "humanidad".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario